Igualdad de los premios en metálico: el tenis frente a un debate sin fin
Año tras año, el debate sobre la igualdad de los premios en metálico en el tenis persiste. Los defensores de la igualdad total presentan argumentos difícilmente refutables: las jugadoras realizan el mismo trabajo, entrenan con la misma intensidad y generan una visibilidad mediática comparable, como lo demuestran las audiencias récord de las finales femeninas en los Grand Slams.
Dos escuelas de pensamiento
Para ellos, el principio de equidad deportiva debería primar sobre cualquier otra consideración. Por el contrario, algunos opositores persisten en invocar la diferencia de formato, especialmente en los Grand Slams, donde los hombres disputan partidos a cinco sets contra tres para las mujeres, lo que representaría un esfuerzo físico y un tiempo de juego superiores.
También destacan que las audiencias televisivas siguen siendo variables según los torneos y que los ingresos generados por el circuito masculino siguen siendo globalmente más elevados, justificando según ellos dotaciones diferenciadas.
Los propios jugadores participan regularmente en el debate: si algunas como Serena Williams o Iga Swiatek abogan firmemente por la igualdad total, algunos jugadores masculinos, como reflejan declaraciones pasadas de Novak Djokovic o Gilles Simon, han defendido una remuneración proporcional a los ingresos generados.
Eso no funciona en el deporte
En 2012, el francés había declarado para France Info: «Se habla a menudo de la igualdad en los salarios. Creo que no es algo que funcione en el deporte. Somos los únicos que practican la paridad en los premios en metálico mientras ofrecemos un espectáculo más atractivo.»
En 2016, Djokovic había añadido: «Las estadísticas muestran que hay más espectadores para los partidos de tenis masculino. Creo que esa es una de las razones por las que deberíamos ganar más.»
Entiendo que les moleste
Alizé Cornet, por su parte, tuvo palabras más moderadas, especialmente sobre los salarios en los Grand Slams: «No es normal que nos paguen como a los chicos en los Grand Slams cuando jugamos la mitad que ellos. Entiendo que les moleste. Más bien deberían pagarnos tanto como a ellos en los otros torneos donde todos jugamos al mejor de tres sets.»
Estas divisiones internas, lejos de desvanecerse, ilustran la complejidad de un debate donde se entremezclan consideraciones económicas, deportivas e ideológicas.
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