¿Tiene futuro el Masters Next Gen, laboratorio del tenis del mañana?
Creado en 2017, el Masters Next Gen (o Next Gen ATP Finals) no es un simple «mini Masters» para los ocho mejores jugadores de menos de 21 años. Para la ATP, constituye un laboratorio: un espacio donde se prueban nuevas reglas al tiempo que se ponen en luz las estrellas del mañana.
El torneo combina ritmo intenso, ambiente distendido y espectáculo pensado para captar a un público contemporáneo. A medio camino entre tradición y show, va más allá de la simple conquista de un trofeo: cuestiona el futuro del tenis y revela a los talentos llamados a dominar el circuito.
LOS TEMORES DE LA ATP ANTE EL FIN DE UNA ERA
Para entender por qué el Masters Next Gen suscita tanto interés, primero hay que volver a su esencia: mostrar cómo será el tenis del mañana, tanto por los jugadores como por el propio juego. La ATP lo imaginó como un revelador, un evento capaz de condensar en pocos días las grandes tendencias que dibujan el porvenir del circuito. El formato es corto, la intensidad máxima, pero la ambición inmensa.
En 2016, Roger Federer, lesionado en la rodilla y luego en la espalda, pone fin a su temporada después de Wimbledon. Rafael Nadal, por su parte, trata una lesión en la muñeca. Y Novak Djokovic, a pesar de ser el patrón indiscutible del circuito al inicio de la temporada, comienza a tambalearse y muestra los primeros signos de una pérdida de confianza.
Solo Andy Murray, convertido en n.º 1 mundial, parece estar en la cima de su arte. Motivo suficiente para suscitar una reflexión –y cierta inquietud– en el seno de la ATP, que ve a sus superestrellas mostrar signos prematuros de agotamiento, aunque su declive no llegará finalmente hasta más tarde.
Es en este clima de incertidumbre que Chris Kermode, entonces presidente de la ATP, decide lanzar las Next Gen ATP Finals, un torneo pensado como una herramienta indispensable para preparar la sucesión del Big 4.
«El relevo está llegando, debemos dar visibilidad a estos nuevos talentos»

El 19 de noviembre de 2016 se fundan oficialmente las Next Gen ATP Finals, nueva competición que vendrá a enriquecer el calendario al año siguiente.
El concepto recuerda al de las ATP Finals, que reúnen a los ocho mejores jugadores de la temporada. Pero esta vez son los recién llegados y jóvenes promesas (21 años o menos hasta 2024, 20 o menos a partir de entonces) quienes tendrán la oportunidad de estar bajo los focos.
Ocho jugadores, entre ellos una wild card (invitación), son convocados en Milán, ciudad anfitriona de las cinco primeras ediciones del evento.
«La ATP tiene la responsabilidad de promocionar a más jugadores ante un público mucho más amplio», explicaba Chris Kermode, antes de proseguir: «Tenemos superestrellas que han trascendido el deporte en estos últimos diez años y se han convertido en verdaderos iconos mundiales. Pero el relevo está llegando y hay que dar visibilidad a estos nuevos talentos.»
Una búsqueda de innovación para seducir al público joven
No es ningún secreto: las nuevas generaciones, y más particularmente la Generación Z (personas nacidas entre 1997 y 2012), han crecido con la aparición de las pantallas (teléfonos y tabletas), las redes sociales y la abundancia de contenidos cortos, dinámicos y espectaculares.
Elementos que se oponen a la esencia misma del tenis, un deporte en el que los partidos, especialmente en Grand Slam, pueden disputarse al mejor de cinco sets y durar más de cuatro o cinco horas. En estas condiciones, resulta difícil retener la atención de los jóvenes sin que sientan la tentación de consultar su smartphone.
Partiendo de la constatación de un público envejecido —la edad media de los abonados de Tennis TV era entonces de 61 años—, la ATP imaginó las Next Gen ATP Finals. La idea: proponer encuentros más cortos, casi pensados como un espectáculo, poniendo en escena a jóvenes jugadores capaces de inspirar a la nueva generación y de convertirse en los campeones del mañana.
«A la gente le gusta ver a sus ídolos, eso no aumentará las audiencias»
Aunque la idea parecía evidente, la creación de este evento suscitó cierto escepticismo en el circuito. Andrey Rublev, participante en la primera edición, declaró entonces:
«Esto no ayudará a aumentar las audiencias. Quizá solo al principio. Pero el tenis en sí no se volverá más popular. En mi opinión, sería mejor invitar a jugadores tan emblemáticos como Roger Federer. A la gente le gusta ver a sus ídolos, y a nadie le importan realmente las reglas.»
Si algunas voces, como la de Rublev, dudan del impacto real del evento, la ATP insiste: para modernizar el tenis, hay que atreverse a sacudir sus cimientos. Y es precisamente en ese terreno —el de las reglas, el ritmo y la puesta en escena— donde las Next Gen ATP Finals se van a distinguir rápidamente.
REGLAS QUE SACUDEN LOS CÓDIGOS DEL TENIS

Desde su primera edición, el Masters Next Gen reivindica su condición de laboratorio de experimentación, a la oposición de los torneos tradicionales del circuito donde cada evolución suscita debates y controversias.
La modificación más espectacular concierne al formato de los partidos: se acabaron las mangas a veces maratonianas, sustituidas por un duelo al mejor de cinco sets, cada uno disputado a cuatro juegos únicamente, con tie‑break en 3–3.
El efecto es inmediato: inicios de set más intensos y una presión constante tanto sobre el sacador como sobre el restador. Cada punto cuenta, so pena de ceder un set muy rápidamente.
Para acentuar esta dinámica, la ATP decide también suprimir las ventajas: con 40–40, un punto decisivo zanja el debate, como ya sucede en dobles. El let en el servicio desaparece igualmente. Si la pelota toca la cinta de la red y cae en el cuadro de servicio, el punto sigue.
El ELC, nuevo rey del arbitraje
En cuanto al arbitraje, la ruptura parece casi total. Si el juez de silla sigue presente para anunciar el marcador, los jueces de línea son sustituidos por el arbitraje electrónico (ELC, Electronic Line Calling en inglés), sistema de arbitraje utilizado hasta entonces en el marco de los challenges (petición de verificación por parte de los jugadores) pero no para arbitrar el partido en directo.
Por primera vez en la historia de un torneo ATP, las decisiones son por tanto automáticas, instantáneas e indiscutibles. Una forma de reducir las interrupciones y los conflictos de arbitraje.
Es, por cierto, entre todas las innovaciones implantadas en la prueba, la que posteriormente tendrá más impacto en los circuitos ATP y WTA.
Un encadenamiento de puntos más rápido
La gestión del tiempo también es objeto de una revisión total. El famoso shot clock impone 25 segundos entre los puntos. Un cronómetro visible para todos, colocado en los paneles de fondo de pista, que recuerda a los jugadores que ya no hay tiempo para dudar.
El shot clock aparece también como un mensaje implícito dirigido a jugadores como Rafael Nadal o Novak Djokovic, conocidos por tomarse su tiempo entre los puntos y superar regularmente los 30 segundos antes de sacar. Una medida que satisface a los aficionados cansados de estas rutinas a veces consideradas interminables.
Una aparición destacada del coaching, movimiento autorizado en la grada
Durante los cambios de lado, aparece otra modificación mayor.
A través de unos simples auriculares, jugadores y entrenadores pueden comunicarse brevemente, a imagen de un ingeniero de pista en una carrera de Fórmula 1, o de un director deportivo en las carreras ciclistas.
Por último, el público disfruta de una libertad inusual para un partido de tenis: entradas, salidas y desplazamientos están autorizados en pleno punto.
Solo el fondo de pista, zona donde los jugadores se ven más perturbados por los movimientos, sigue siendo la excepción. Una anomalía para los puristas, una señal de apertura para quienes sueñan con un tenis más vivo, más cercano a los códigos de otros deportes.
Más allá del formato inédito, el Masters Next Gen ha triunfado en el plano deportivo: el torneo ha ofrecido un verdadero trampolín a la nueva generación capaz de desafiar al Big 3 y sus vasallos. La prueba, con el paso de las ediciones, ha moldeado y expuesto los nuevos rostros destinados a dominar el circuito ATP.
UNA RAMPA DE LANZAMIENTO PARA LA NUEVA GENERACIÓN
En 2017, la primera generación llamada a tomar el relevo del Big 3 ya está bien identificada por los aficionados al tenis. Andrey Rublev, cuartofinalista en el US Open unos meses antes, Denis Shapovalov –autor de un sonado triunfo sobre Nadal en Montreal–, Karen Khachanov o Borna Coric figuran entre los favoritos.
Sin embargo, la sorpresa llega de otro lado: Hyeon Chung, de 21 años, se impone como la revelación del torneo al batir a Rublev en la final. Unas semanas más tarde confirma que su paso por Milán sirvió de detonante: alcanza las semifinales del Abierto de Australia, al término de un recorrido impresionante marcado por una victoria sobre Novak Djokovic.
Pero, a pesar de su evidente potencial, su progresión se verá luego frenada por lesiones repetidas.
Entre Sinner y Alcaraz, el bonito legado dejado por Milán

Al año siguiente, Stefanos Tsitsipas conquista el título. Su juego de ataque y su revés a una mano, cada vez más raro en el circuito, confirman su ascenso: un año más tarde se impone en las ATP Finals de Londres, prueba de que Milán revelaba mucho más que un simple potencial.
Luego le llega el turno a Jannik Sinner, de 18 años y solo n.º 93 del mundo, de brillar. La antigua joya del esquí italiano sobrevuela la competición y triunfa ante su público. Cinco años más tarde, se convertirá en n.º 1 mundial y múltiple ganador de Grand Slam.
En 2021, emerge otro prodigio: Carlos Alcaraz, también de 18 años, futuro abanderado del tenis español y sucesor de Rafael Nadal, domina a sus rivales y se impone como la revelación del torneo. Menos de un año después, gana el US Open y se convierte en el n.º 1 mundial más joven de la historia, ilustrando perfectamente el papel de trampolín del Masters Next Gen.
Bonitas ascensiones… y algunas desilusiones
A lo largo de sus ocho ediciones, el Masters Next Gen ha revelado numerosos talentos.
Varios de ellos evolucionan hoy con regularidad entre el top 10 y el top 30: Daniil Medvedev, Karen Khachanov, Andrey Rublev, Holger Rune, Lorenzo Musetti, Alex de Minaur, Ugo Humbert, Alejandro Davidovich Fokina, Jack Draper, Jiri Lehecka, así como más recientemente Arthur Fils y Jakub Mensik.
Para otros, el camino ha sido más complicado. Hamad Medjedovic, coronado en 2023, tiene dificultades para asentarse en el top 50, Dominic Stricker atraviesa un periodo de dudas y contempla una pausa en su carrera, mientras que Brandon Nakashima, vencedor en 2022, todavía espera su primer título en el circuito principal.
INNOVACIONES CONVERTIDAS EN NORMA
Cuando la ATP lanza el Masters Next Gen en 2017, muchos imaginan un simple campo de juego experimental, un laboratorio sin consecuencias reales en el circuito.
Ocho años más tarde, el balance es muy distinto: varias innovaciones probadas en Milán han sido adoptadas de forma duradera, prueba de que el torneo ha cumplido en parte su misión.
«Perdemos el encanto del tenis»
La transformación más destacada sigue siendo la adopción del arbitraje electrónico integral. Sin jueces de línea, todas las decisiones se confían ahora al ELC, más rápido, fiable y menos discutido.
La aceleración de esta transición se remonta a la pandemia de Covid‑19, que obligó a la desaparición temporal de los jueces de línea. Desde entonces, la totalidad del circuito ha basculado hacia el todo electrónico.
Un uso de la tecnología que no convence a todos los jugadores, como Arthur Fils, nostálgico de los jueces de línea en tierra batida:
«Estamos perdiendo el encanto del tenis. Cuando era joven, había más vida en la pista. En pista dura, vale, pero en tierra batida, los jueces se echan realmente en falta.»
Solo Roland Garros resiste aún: el torneo mantendrá a los jueces de línea en su edición de 2026.
Coaching pods instalados en Melbourne

Otro cambio convertido en imprescindible: la introducción del shot clock de 25 segundos.
Desde 2020, el cronómetro entre dos servicios se ha convertido en la norma en los circuitos ATP y WTA. Una regla que, desde su adopción, ha acarreado numerosas advertencias por exceder el tiempo —a veces consideradas legítimas, otras mucho menos por los jugadores.
Más discreta, pero igual de esencial, otra evolución se ha impuesto: la autorización del coaching en pista. Pero no hace falta auricular: a partir de la temporada 2025, jugadores y jugadoras pueden dialogar libremente con su entrenador sin temor a sanción.
El Abierto de Australia, inspirado por esta nueva libertad, incluso ha decidido ir un paso más allá: se instalan «coaching pods» en una esquina de la pista central, con el fin de facilitar los intercambios entre los jugadores y su equipo.
Una novedad que no ha seducido por completo: «Todos los deportes evolucionan e innovan, y el tenis no escapa a ello. Es así», soltaba por ejemplo Alexander Zverev. Stefanos Tsitsipas, por su parte, reconoció haberse «reído» al ver esta nueva creación imaginada por Craig Tiley, director del torneo.
UN PROYECTO PIONERO QUE BUSCA UN NUEVO IMPULSO
El futuro del Masters Next Gen parece hoy incierto. Si bien algunas innovaciones han acabado imponiéndose, otras siguen siendo simples experimentos: los sets a cuatro juegos, la supresión de las ventajas o la abolición del let en el servicio no se consolidarán.
La ATP parece también en busca de renovación: en 2025, se modifican dos reglas. La pausa entre sets se reducirá de 120 a 90 segundos, y los espectadores dispondrán de total libertad de movimiento durante los tres primeros juegos. Ajustes que dan la impresión de que el organismo rector gira en círculo, como si estuviera casi al final de sus ideas para reinventar el tenis.
En la actualidad, el interés del torneo parece sobre todo deportivo —y cada vez más limitado. En 2024, la ATP incluso baja el límite de edad a 20 años y suprime la wild card local, raramente concluyente.
El traslado del torneo a Yeda (2023–2025), en pleno mes de diciembre, ha reducido su atractivo: muchos jugadores prefieren descansar o preparar la temporada siguiente. Las bajas se multiplican, y hasta los propios participantes a veces tienen dificultades para motivarse.
Arthur Fils, en 2024, anunciaba afrontar la prueba «como una semana de entrenamiento», mientras que Joao Fonseca, pese a ser el vencedor, renunció a regresar al año siguiente.
La denominación Next Gen utilizada como programa de desarrollo

Además de la ausencia de las joyas más conocidas del circuito, persisten otras dudas. La ATP, por ejemplo, rompió anticipadamente su acuerdo con la Federación Saudí, dejando al torneo sin ciudad anfitriona para 2026. El contrato entre ambas partes se extendía, sin embargo, hasta 2027.
Y para intentar prolongar el legado del término «Next Gen», la ATP anuncia en 2024 la creación de un sistema que apoya la progresión de los jóvenes jugadores: los del top 350 menores de 20 años se benefician de ocho entradas directas en Challengers 125 o 100, y los del top 250 disponen además de una wild card en un ATP 250 y de dos invitaciones para las fases previas.
Pero esta reorientación más amplia subraya también un cambio de época. En un momento en que varias innovaciones han sido adoptadas y otras siguen en fase de experimentación, el Masters Next Gen se encuentra en una coyuntura clave.
Debilitado por sus fechas en el calendario, la menor implicación de los jugadores y la incertidumbre en torno a su futuro, el torneo parece alejarse de su ambición inicial para convertirse en una simple herramienta de desarrollo. Queda por saber, a partir de ahora, qué representa realmente para el tenis moderno —y si aún tiene un papel que desempeñar en los próximos años.
UN LEGADO SÓLIDO, UN FUTURO FRÁGIL
Ocho años después de su creación, el Masters Next Gen deja un legado contrastado. Concebido como un laboratorio para modernizar el tenis y preparar el después del Big 3, habrá permitido probar innovaciones mayores, desde el shot clock hasta el arbitraje electrónico, y revelar a algunos de los jugadores que hoy dominan el circuito, como Sinner y Alcaraz.
Pero su ubicación en el calendario, la menor implicación de los jugadores y la evolución de las prioridades de la ATP han terminado por debilitar su papel. Con la reducción del límite de edad y el desarrollo de un programa «Next Gen» más amplio, el torneo parece ahora en busca de sentido.
El futuro dirá si sabrá reinventarse… o si ya pertenece al pasado.
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