Más que un partido: las desigualdades de remuneración entre mujeres y hombres en el tenis
El debate sobre la igualdad de prize money entre hombres y mujeres lleva muchos años encendido. Disciplina citada a menudo como ejemplo de avance, el tenis profesional ha visto cómo algunos torneos instauraban dotaciones idénticas para jugadoras y jugadores.
Sin embargo, esta igualdad no es ni total ni uniforme según las competiciones y los niveles. El tenis ofrece así un terreno de análisis interesante para comprender los progresos realizados, pero también las desigualdades que persisten entre hombres y mujeres en materia de remuneración.
UNA LUCHA HISTÓRICA PARCIALMENTE GANADA
En 2005, las hermanas Williams lucharon junto a la Billie Jean King Cup para reclamar la igualdad salarial entre hombres y mujeres en el tenis. Dos años más tarde, en 2007, obtuvieron una primera victoria: Wimbledon y Roland Garros anunciaron que ofrecerían lo mismo a hombres y mujeres.
Los otros dos Grand Slams, el US Open y el Abierto de Australia, ya lo ofrecían desde mucho antes, en 1973 y 2001 respectivamente. Dieciocho años después, este principio de equidad parece adquirido en el nivel más alto: los cuatro torneos de Grand Slam remuneran de manera idéntica a sus campeones y campeonas.
Desigualdades persistentes en los torneos ATP y WTA
Sin embargo, en cuanto se sale de los focos de los Majors, la realidad se vuelve más matizada. En los circuitos ATP y WTA, las diferencias de dotación persisten en la mayoría de torneos. En Roma, Indian Wells o Madrid, los prize money se van alineando progresivamente, pero en los torneos de categoría inferior, las diferencias siguen siendo a veces sustanciales.
En 2024, un jugador del top 100 mundial gana de media significativamente más que una jugadora del mismo rango. Esta disparidad reaviva regularmente el debate: ¿puede el tenis presumir de ser el deporte más igualitario del mundo manteniendo estas diferencias? Entre argumentos económicos, consideraciones deportivas y la lucha por la equidad, la cuestión de la igualdad salarial en el tenis sigue más vigente que nunca.
UNA CONTROVERSIA QUE PERSISTE
Año tras año, el debate sobre la igualdad de prize money en el tenis persiste. Los defensores de la igualdad total esgrimen argumentos difícilmente rebatibles: las jugadoras realizan el mismo trabajo, se entrenan con la misma intensidad y generan una visibilidad mediática comparable, como demuestran las audiencias récord de las finales femeninas de Grand Slam.
Para ellos, el principio de equidad deportiva debería primar sobre cualquier otra consideración. A la inversa, ciertos opositores siguen invocando la diferencia de formato, especialmente en los Grand Slams, donde los hombres disputan partidos al mejor de cinco sets frente a tres para las mujeres, lo que supondría un esfuerzo físico y un tiempo de juego superiores. También subrayan que las audiencias televisivas siguen siendo variables según los torneos y que los ingresos generados por el circuito masculino siguen siendo globalmente más elevados, lo que justificaría, según ellos, dotaciones diferenciadas.
Posiciones divergentes entre los propios jugadores
Los propios jugadores participan regularmente en el debate: si algunas, como Serena Williams o Iga Swiatek, abogan con firmeza por la igualdad total, ciertos jugadores masculinos, como en las declaraciones pasadas de Novak Djokovic o Gilles Simon, han defendido una remuneración proporcional a los ingresos generados.
En 2012, el francés declaró a France Info: «Se habla a menudo de igualdad salarial. Creo que eso no es algo que funcione en el deporte. Somos los únicos que practicamos la paridad en los prize money cuando ofrecemos un espectáculo más atractivo.»
En 2016, Djokovic añadió: «Las estadísticas muestran que hay más espectadores para los partidos de tenis masculinos. Creo que esa es una de las razones por las que deberíamos ganar más.»
«Jugamos la mitad que ellos»
Alizé Cornet, por su parte, tuvo palabras más matizadas, especialmente sobre los salarios en Grand Slam: «No es normal que nos paguen como a los chicos en Grand Slam cuando jugamos la mitad que ellos. Entiendo que eso les irrite. Habría que pagarnos más bien tanto como a ellos en los otros torneos donde todos jugamos al mejor de tres sets.»
Estas divisiones internas, lejos de atenuarse, ilustran la complejidad de un debate en el que se entremezclan consideraciones económicas, deportivas e ideológicas.
LOS OBSTÁCULOS A UNA IGUALDAD TOTAL
Si la igualdad en los prize money entre ambos sexos no es aún total, se debe en particular a la realidad económica. Hoy en día, las ganancias en los torneos están principalmente ligadas a los patrocinadores, que constituyen la mayor parte del presupuesto de una competición.
Ante esta limitación, los torneos combinados —que acogen simultáneamente competiciones masculina y femenina, como en Indian Wells o Miami— aparecen como una solución prometedora.
Los torneos mixtos como posible solución
Permiten mutualizar los costes de organización, atraer patrocinadores más importantes y proponer al público una oferta de espectáculo enriquecida. Sin embargo, este modelo también presenta inconvenientes: mayor complejidad logística, riesgo de relegar los partidos femeninos a las pistas secundarias o de tener asistencias muy diferentes en las pistas principales en función de los carteles, y sobre todo, sigue siendo complejo generalizar esta fórmula al conjunto del calendario.
Los torneos separados, mayoritarios en el circuito, conservan su autonomía de gestión pero perpetúan las diferencias de dotación. Entre el ideal de igualdad y las limitaciones económicas, el tenis sigue buscando su equilibrio.
Una dominación masculina entre los patrocinadores
En el terreno del patrocinio, los hombres vuelven a estar en ventaja. En el Top 10 de jugadores y jugadoras mejor pagados, según Sportico, solo figuran 4 mujeres. Las dos primeras plazas están ocupadas por Carlos Alcaraz y Jannik Sinner. De agosto de 2024 a agosto de 2025, el italiano ganó aproximadamente 25 millones de dólares gracias a los patrocinadores, mientras que el español alcanza los 36 millones.
La primera mujer es Coco Gauff, 3.ª, con 23 millones de dólares obtenidos gracias a la publicidad.
PERSPECTIVAS DE FUTURO
Ante estos bloqueos persistentes, surgen varias vías de evolución para acelerar la marcha hacia la igualdad salarial. La idea de una unificación de los circuitos ATP y WTA, evocada desde hace años, reaparece como solución radical: al fusionar las dos instancias dirigentes, el tenis podría imponer estándares comunes de remuneración y mutualizar aún más los recursos.
Una complejidad organizativa pese a las buenas intenciones
Esta perspectiva, aunque ambiciosa, tropieza con poderosos intereses corporativistas y con una inercia institucional considerable debido al trastorno organizativo que puede representar.
Más concretamente, la experimentación de nuevos formatos también podría transformar la situación: algunos proponen armonizar los partidos adoptando el mejor de tres sets para todos en Grand Slam, o a la inversa, el mejor de cinco para todos, argumento que pondría fin al debate sobre la duración del juego y, por tanto, sobre la noción de tiempo de trabajo.
Pero quizá sea la presión creciente de los patrocinadores y de la opinión pública el factor más eficaz. Las grandes marcas, preocupadas por su imagen en materia de igualdad de género, podrían condicionar cada vez más sus patrocinios a compromisos concretos sobre los prize money.
Paralelamente, las redes sociales amplifican cada polémica sobre las diferencias salariales, obligando a veces a los organizadores de torneos a justificar sus decisiones. Esta doble presión —económica y reputacional— podría finalmente resultar más determinante que los discursos de principio para hacer avanzar la igualdad en el tenis mundial.
El tenis progresa, pero el camino sigue siendo largo
El tenis encarna hoy las ambivalencias de un deporte sin duda pionero en materia de igualdad, pero aún incapaz de generalizar sus avances al conjunto de su ecosistema. Si las victorias simbólicas de Wimbledon y Roland Garros en 2007 o las valientes tomas de posición de las hermanas Williams han marcado la historia, no deben ocultar una realidad más matizada: la igualdad de prize money sigue ampliamente confinada a los escaparates de los Grand Slams, mientras que los circuitos ATP y WTA perpetúan diferencias a veces significativas.
Entre limitaciones económicas muy reales y resistencias ideológicas persistentes, el camino hacia una igualdad completa se anuncia aún largo. Sin embargo, existen palancas: una mayor presión mediática, exigencias crecientes de los patrocinadores, evolución de las mentalidades en el público. En un mundo deportivo donde las desigualdades entre hombres y mujeres siguen siendo flagrantes, el tenis tiene la oportunidad histórica de mostrar el camino. Falta por ver si realmente se dota de los medios para lograrlo.
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