Cambiar de entrenador o reinventarse: la pretemporada, la hora de las decisiones
Cada final de temporada abre un frente discreto pero determinante: el de las decisiones estratégicas. La pretemporada, breve paréntesis en un calendario saturado, se convierte en el único momento en el que los jugadores pueden analizar su año, evaluar a su entorno y ajustar su equipo técnico.
Algunos optan por romper un ciclo en pérdida de velocidad, otros prefieren preservar su base añadiendo frescura o modernizando sus métodos. En un tenis más exigente que nunca, saber reorganizarse en plena pretemporada se ha vuelto necesario.
¿POR QUÉ CAMBIAR DE ENTRENADOR DURANTE LA PRETEMPORADA?
Con alrededor de seis semanas de parón antes del inicio de la nueva temporada, los jugadores deben encontrar el justo equilibrio entre recuperación, participación en exhibiciones y trabajo de fondo. Este período también se dedica al refuerzo físico y al desarrollo de nuevos ejes técnicos y tácticos.
Son precisamente estos últimos elementos los que pueden resultar determinantes en la preparación, ya sea para sorprender a los rivales, hacer evolucionar un sector de juego concreto o adoptar un enfoque mental diferente.
En un contexto en el que los calendarios ATP y WTA están cada vez más cargados, la ventana para realizar cambios profundos sigue siendo extremadamente limitada. Y cambiar de entrenador en pleno curso de la temporada suele ser una decisión delicada, o incluso a veces contraproducente.
La pretemporada parece, por tanto, la oportunidad perfecta para que los jugadores hagan limpieza en su staff o lo refuercen. En diciembre pueden trabajar sin la presión inmediata de los resultados, sentar las bases de un nuevo proyecto y arrancar un ciclo completo de preparación física y técnica.
Razones deportivas evidentes
Al final de una temporada de once meses, los jugadores y jugadoras ponen su año bajo la lupa. El ranking nunca miente: estancamiento, retroceso o incapacidad para superar un techo bastan para hacer nacer la duda. Eliminaciones prematuras, fracasos en las grandes citas y derrotas ante los mismos perfiles de rivales son señales que empujan a buscar una nueva mirada.
En este contexto, el entrenador, eje del proyecto deportivo, es lógicamente cuestionado. El fenómeno se ve reforzado por la evolución del tenis: mayor intensidad física, rápida adaptación a las superficies, importancia de disponer de armas decisivas para competir con los mejores.
Algunos jugadores consideran entonces que han alcanzado un techo técnico o táctico con su staff actual.

Frances Tiafoe ilustra perfectamente esta lógica. En octubre de 2025, a las puertas de la pretemporada, el estadounidense decide separarse de David Witt.
A pesar de un cuarto de final en Roland Garros, sus ambiciones seguían siendo superiores a lo logrado en el conjunto del año. «Quería empezar de cero, salir de mi zona de confort», explicaba, asumiendo una voluntad de ruptura antes de iniciar un nuevo ciclo.El cambio también puede estar ligado a motivos humanos. La relación entre un jugador y su entrenador es una de las más intensas del deporte: viajes, entrenamientos diarios, presión permanente, gestión de los grandes momentos y de las crisis. Con el tiempo, esta cercanía puede desgastarse.
Una palabra que pasa menos, una confianza que se erosiona o una rutina que se instala pueden bastar para debilitar a una dupla.
La pretemporada ofrece entonces un tiempo de distancia precioso. Sin competición oficial, los jugadores disponen del tiempo necesario para analizar la dinámica de su equipo. A menudo es en este paréntesis cuando aparece la evidencia: la relación ya no funciona como antes.
Cuando la necesidad de renovación se vuelve demasiado fuerte, la pretemporada se convierte en el momento ideal para partir de cero. Es ahí donde se producen las rupturas más tajantes, las que redefinen un proyecto deportivo y, a veces, una carrera.
LOS CAMBIOS MAYORES REALIZADOS DURANTE LA PRETEMPORADA
En la historia reciente del tenis, algunas pretemporadas han marcado un auténtico punto de inflexión en la carrera de jugadores y jugadoras de primer plano.
A menudo es en este período de transición, lejos de la presión de los torneos, cuando nacen las decisiones más decisivas: la de un nuevo entrenador, un nuevo método o un cambio de filosofía de juego.
Djokovic-Becker, una apuesta más que ganadora

En 2013, una semana antes de Navidad, Novak Djokovic da un gran golpe al anunciar la llegada de Boris Becker como entrenador principal. La noticia sorprende a todo el circuito: el alemán, seis veces campeón de Grand Slam, nunca había entrenado al más alto nivel.
Djokovic, sin embargo, es tajante: «Boris será el entrenador n.º 1.» Becker pasa así por delante de Marian Vajda, su mentor histórico, que permanece en el staff pero ve reducido su papel.
En aquella época, el serbio sale de una temporada frustrante: Nadal le arrebata el número 1 del mundo y le vence en Roland Garros y en la final del US Open, Andy Murray le gana en Wimbledon. Djokovic siente la necesidad de una mirada externa, de una voz nueva capaz de empujarle mentalmente en los momentos decisivos.
La apuesta resulta ganadora. Entre 2014 y 2016, el serbio arrasa en el circuito: seis títulos de Grand Slam, catorce Masters 1000 y dos temporadas terminadas como número 1 del mundo. Completa además el Grand Slam en carrera en 2016 al conquistar Roland Garros.
La pretemporada de 2013 quedará como un giro mayor en su carrera, el momento en que Djokovic eligió la exigencia absoluta. Con Becker redefine su relación con la presión y entra en uno de los períodos de dominio más impresionantes de la historia del tenis moderno.
Con Lendl, Murray entró en el club de los grandes
En diciembre de 2011, Andy Murray también realiza un giro decisivo. Tras una temporada sólida pero marcada por ocasiones perdidas, sabe que aún le falta un peldaño para formar parte de los más grandes campeones. Recurre entonces a Ivan Lendl, ex número 1 mundial y ganador de ocho Grand Slams, cuyo recorrido se parece al suyo: varias finales perdidas antes de la gloria.
El resultado es inmediato. Bajo la influencia de Lendl, Murray gana en agresividad, en constancia y, sobre todo, en fortaleza mental. En 2012 gana el oro olímpico y después su primer Grand Slam en el US Open, antes de triunfar en Wimbledon en 2013.
La pretemporada de 2011 quedará así como el momento en que se dio los medios para integrarse de forma duradera en el círculo de campeones capaces de vencer a Federer, Nadal o Djokovic.
Cahill impulsó a Halep a la cumbre
En el invierno de 2015, Simona Halep decide confiar su futuro deportivo a Darren Cahill, figura respetada del circuito y fino estratega. La rumana busca un equipo técnico capaz de ayudarla a hacer evolucionar su juego.
Bajo la batuta de Cahill, Halep gana en agresividad, en desplazamiento y en claridad táctica. El entrenador australiano, que había visto todo el potencial de la rumana, la ayuda a alcanzar el número 1 mundial en 2017 y, en 2018, su primer título de Grand Slam en Roland Garros.
Si algunas pretemporadas dan nacimiento a duplas históricas que transforman una carrera, otras muestran que el cambio de entrenador sigue siendo una apuesta, a veces arriesgada. Enfoques incompatibles, expectativas demasiado altas, resultados a la baja: algunas decisiones destinadas a relanzar una dinámica terminan, al contrario, por debilitarla.
LAS APUESTAS PERDIDAS DE LA PRETEMPORADA

Para ver algunos fracasos iniciados durante la pretemporada, basta con remontarse a 2024.
Mientras Jannik Sinner se instala en la cumbre del ranking, Novak Djokovic, de 37 años, busca soluciones para recuperar la ventaja sobre el italiano —y sobre Carlos Alcaraz— desde la temporada siguiente.
En noviembre, el serbio crea la sorpresa: anuncia la llegada de Andy Murray, recién retirado, como nuevo entrenador. La idea causa sensación: dos antiguos rivales unidos en un proyecto común, una complicidad técnica heredada de sus duelos y la esperanza de que una mirada externa inédita relance a Djokovic. Pero Murray nunca ha entrenado, y las expectativas se vuelven rápidamente desmesuradas.
La realidad alcanza pronto a la dupla. Cinco meses después, la colaboración llega a su fin tras una serie de resultados decepcionantes: abandono en semifinales del Abierto de Australia, eliminaciones prematuras en Doha, Indian Wells, Montecarlo y Madrid. Solo la final alcanzada en Miami mejora algo el balance.
El propio Murray resumirá este ensayo fallido: «Estoy contento de haberlo hecho, estaba plenamente implicado. Pero estoy decepcionado por no haber logrado los resultados que esperaba para él.»
Rybakina – Ivanisevic, una ruptura exprés
En el circuito femenino, Elena Rybakina, campeona de Wimbledon en 2022, decide empezar de cero tras una complicada temporada 2024. Se separa de Stefano Vukov, debilitado por acusaciones de acoso, y apuesta por un nombre prestigioso para relanzar su trayectoria: Goran Ivanisevic, campeón convertido en entrenador de élite tras cinco fructíferos años junto a Novak Djokovic.
La apuesta entusiasma de inmediato: con su potencia y su servicio, muchos imaginan a Rybakina volver a ser una candidata mayor a los títulos de Grand Slam. Algunos, como Álex Corretja, incluso la ven terminar el año como número 1.
Pero la idílica relación se trunca rápido. Apenas dos meses después del inicio de su colaboración, la kazaja y el croata ponen fin a su asociación. Ivanisevic evocará sobriamente problemas extradeportivos y la imposibilidad de continuar en condiciones que no controlaba:
«Han pasado cosas fuera de las pistas. Yo no tenía ningún control sobre ello. En un momento dado entendí que la mejor decisión era irme. No quería verme mezclado en todo eso.»En un deporte en el que a veces se cambia de entrenador más rápido que de raqueta, algunos prefieren otra vía: conservar a su entrenador principal ajustando todo lo que le rodea. Ya no se trata de revolverlo todo, sino de optimizar una estructura que ya funciona, de hacerla más eficiente y duradera.
A menudo el diagnóstico es sencillo: la relación central sigue siendo sólida, pero necesita renovación. Tras años de colaboración, incluso las duplas más eficaces sienten el interés de añadir una nueva experticia, repartir la carga mental o aportar una mirada externa.
Sin competición y con un verdadero tiempo de reflexión, la pretemporada se convierte entonces en el momento ideal para afinar la organización más que para reconstruirla. Un enfoque que seduce cada vez a más campeones, preocupados por preservar la continuidad e inyectar al mismo tiempo frescura.
«Disponer de una segunda voz es esencial»

En 2024, Carlos Alcaraz aprovecha la pretemporada para ajustar la organización de su equipo. Sin tocar a su pilar principal, Juan Carlos Ferrero, incorpora una segunda voz: Samuel López. Este explica entonces la lógica de esta redistribución de roles:
«Los años juntos, los viajes y las tensiones se acumulan. Muchas responsabilidades recaen sobre el entrenador. Disponer de una segunda voz es esencial: es una nueva figura capaz de aportar frescura.»
Una decisión que da sus frutos. En 2025, Alcaraz firma una temporada excepcional (número 1 del mundo, dos Grand Slams, ocho títulos) impulsado por una organización equilibrada: López tomaba el relevo cuando Ferrero necesitaba un respiro, antes de que la dupla se reuniera de nuevo para las grandes citas.
Pero esta estrategia no es nueva. En 2013, Roger Federer ya había adoptado este modelo integrando a Stefan Edberg junto a Severin Lüthi. «Nos llevamos realmente bien», explicaba entonces el suizo, que veía en Edberg un aporte de experticia más que un cambio estructural.
Modernizar el staff: ciencia, datos y preparación física en el corazón de la pretemporada
La pretemporada también es el momento ideal para modernizar un staff y adaptarlo a las exigencias del tenis actual.
Si el entrenador principal sigue siendo el eje, el rendimiento descansa ahora en un equipo amplio: analistas de vídeo, especialistas en datos, preparadores físicos, fisioterapeutas o psicólogos. El objetivo es claro: optimizar cada detalle en un deporte donde los márgenes son ínfimos.
Sin competición, los jugadores pueden por fin integrar nuevas herramientas y construir una verdadera base física. En un momento en que el tenis se vuelve más explosivo y exigente, la preparación se confía a expertos capaces de construir grandes bloques de trabajo limitando al mismo tiempo el riesgo de lesión.
Emma Raducanu ha hecho de ello un eje mayor de cara a su temporada 2026. La ganadora del US Open 2021 ha fichado a una nueva preparadora física, Emma Stewart, para recuperar una condición irreprochable y regresar de forma duradera al más alto nivel.
Las decisiones ganadoras de Sabalenka

Aryna Sabalenka, por su parte, había anticipado esta evolución mucho antes que las demás. Ya en la pretemporada 2021, cuando acababa de alcanzar el número 2 del mundo, la bielorrusa había incorporado a su equipo al especialista en datos Shane Liyanage, encargado de analizar su juego y el de sus rivales. Un trabajo invisible pero esencial en su progresión.
Luego, en 2022, confrontada a un servicio deficiente (428 dobles faltas en la temporada), Sabalenka recurrió al experto en biomecánica Gavin MacMillan, que la ayudó a reconstruir su gesto en profundidad.
El resultado: una transformación técnica mayor, considerada hoy como uno de los giros decisivos de su carrera.
Gracias a estas decisiones tomadas durante las pretemporadas, Sabalenka se ha impuesto progresivamente como una de las jugadoras más completas del circuito, cuádruple campeona de Grand Slam y cómodamente instalada en la cima del ranking WTA.
LA PRETEMPORADA, ESPEJO DE LAS AMBICIONES Y DEL DESTINO DE UNA TEMPORADA
Período de descanso, la pretemporada es también el momento en que los jugadores toman decisiones cruciales para su futuro. Es durante estas semanas lejos de las pistas y de los medios cuando trazan los contornos de la temporada que llega, que podrá, según sus decisiones, coronarse de éxito o verse marcada por la decepción.
Cambiar de entrenador, modernizar su equipo o añadir una nueva experticia se convierten en palancas decisivas para abordar la temporada siguiente con ambición y eficacia.
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