Nacido casi por casualidad en un jardín de Acapulco, el pádel se ha convertido en cincuenta años en un fenómeno mundial que seduce tanto como inquieta al tenis. Su fulgurante ascenso ya está trastocando el panorama de los deportes de raqueta.
Mientras las federaciones luchan por reinventarse, las academias privadas captan a los talentos… pero también a las familias capaces de invertir decenas de miles de euros al año. Un sistema cada vez más eficaz, pero también cada vez más desigual.
Los ingresos de un tenista dependen únicamente de sus resultados deportivos. En caso de lesión, el día a día de quienes están lejos del Top 100 puede complicarse considerablemente.
Estrellas exhaustas pero omnipresentes, torneos cada vez más largos y exhibiciones convertidas en un negocio en sí mismo: el tenis revela sus contradicciones más profundas, entre espectáculo y supervivencia física.
Con solo 22 años, Carlos Alcaraz acaba de superar un hito. El español ha alcanzado las 50 semanas como número 1 mundial, un umbral mítico reservado a un puñado de elegidos.
Roger Federer firma un regreso tan inesperado como alegre: el suizo pisará nuevamente la pista del Abierto de Australia, rodeado de otros tres antiguos n°1 mundiales. Un momento de nostalgia y magia que los fans no querrán perderse.