Mannarino y la tierra batida, una clara aversión: "No estoy disfrutando en absoluto".
El tenis es un deporte fascinante. Dependiendo de la superficie, el nivel de algunos jugadores puede variar de forma impresionante. Aunque siempre ha habido especialistas en tierra batida, acostumbrados a jugar torneos en este tipo de superficie durante todo el año, también ocurre lo contrario. Muchos jugadores sienten verdadera aversión por esta superficie. Esto es particularmente cierto en el caso de uno de los mejores jugadores de la delegación francesa: Adrian Mannarino. El francés, 22º del mundo esta semana, siempre ha tenido grandes dificultades para adaptar su tenis al ladrillo triturado. Esta temporada es quizá el ejemplo más elocuente. En 2024, jugó cinco torneos en tierra batida, perdiendo cinco (contra Auger-Aliassime, Gasquet, Zhang, Darderi y Zeppieri) y ganando sólo un set.
Por desgracia para el público francés, el Abierto de Francia no fue una excepción. Frente a Giulio Zeppieri, 148º del mundo y clasificado, Mannarino sólo pudo aguantar un set, perdiendo por un amplio margen (4-6, 6-2, 6-1, 6-2).
Cuestionado en la rueda de prensa, el divino calvo no lo ocultó: "Estoy luchando, pero no estoy disfrutando. No le veo sentido a jugar en canchas completamente podridas donde hay rebotes falsos todo el tiempo. Nunca sabes cómo va a botar la pelota".
Dicho esto, el jugador de 35 años no es ni mucho menos el único que se encuentra en esta situación. Un ejemplo es la reacción de Kovacevic tras su derrota ante Dimitrov en la primera ronda del Abierto de Francia (6-4, 6-3, 6-4): "¡Estoy encantado de que se haya acabado!".
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